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De la caza a la queja: cómo nuestros movimientos se han hecho cada vez más pequeños

30 mayo 2023
Gerry Hameetman

Hoy en día vivimos bastante más que antes. Afortunadamente, también mucho más cómodo. Se dirá, pero para nuestro organismo no es nada beneficioso.

Hubo un tiempo en que teníamos que buscar comida vestidos con una piel de oso. Primero con una maza de madera, después con una lanza de hierro. Lo más probable es que, cuando acechabas a tu presa, tú mismo te convirtieras en el cebo de algún animal salvaje y tuvieras que correr para salvar tu vida. Quién piensa en eso ahora, en el supermercado o en la carnicería, cuando todo lo que tienes que hacer para conseguir tu “botín” es alargar la mano o señalarlo.

Otro peligro

Sin embargo, en esta comodidad acecha un peligro muy distinto. Antes utilizábamos sobre todo los músculos grandes, durante esfuerzos extenuantes como correr o trepar a un árbol. Hoy en día, nuestros movimientos en la vida cotidiana son literalmente mucho menores. A menudo nos ganamos la vida en profesiones sedentarias. Y, sin embargo, es mucho más saludable cuando utilizamos los músculos grandes (por ejemplo, los de los brazos y las piernas) de nuestro cuerpo: entonces la circulación sanguínea es óptima. Y un buen flujo sanguíneo es necesario para oxigenar el cuerpo y la mente y mantenerlos sanos. Además, nuestros músculos más pequeños no están hechos para el ejercicio intenso. Se sobrecargan más rápido.

Artesanía civilizada

Parece que a medida que nos volvíamos más “civilizados”, nuestros movimientos se hacían cada vez más pequeños. Tras el desarrollo de la agricultura, empezamos a realizar cada vez más oficios diferentes y especializados. Oficios que dieron lugar a movimientos cada vez más específicos y menos diversos. Mientras que, a largo plazo, los movimientos repetidos provocan tensiones y síntomas. Un herrero que martilleaba en la Edad Media podría haber sido uno de los primeros en padecer RSI. Con nuestra hambre de conocimiento, la ciencia también ganó en importancia, por lo que cada vez más empezó a tener lugar en el papel y en la mente.

Maquinaria

Una vez creadas las máquinas, nuestros esfuerzos se volvieron totalmente menos físicos gracias a automatizaciones de gran alcance. Y ahí estamos ahora, anno 2023: sentados en nuestras sillas de oficina, tecleando y mirando detrás de una pantalla, a lo sumo “cazando” irreflexivamente el ratón del ordenador. Pasar el pulgar y el índice. Huir o subirse a los árboles de las “bestias” de las que podemos ser presa hoy en día no tiene mucho sentido. Nuestros músculos grandes siguen actuando principalmente en el gimnasio y son los pequeños músculos de la muñeca, la mano y los dedos, en particular, los que siguen moviéndose (demasiado).

Soluciones civilizadas

Así que nuestra prosperidad tiene su precio: la comodidad y el confort conllevan ciertas molestias físicas. Pero el ingenio que nos ha traído a los humanos hasta aquí también nos aporta soluciones de inmediato, en forma de ergonomía. Hoy en día, no es nada raro sentarse en el escritorio sobre una pelota de equilibrio o un desbike, o hacer 20 ejercicios de estiramiento a la orden desde el ordenador. Los que lo encuentren demasiado sofisticado también pueden estirar las piernas yendo a la caza de una buena taza de café. Para pulsar un botón en la máquina de café.

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